Taller de Escritura Creativa

jueves, 29 de enero de 2015

Un vestido y un amor



Queridísima Señora,



24 de enero, 2015_Comienzo a escribirte hoy, día de mi segundo nacimiento, por haberme brindado tan cálida bienvenida. Por haber confiado en mí desde un primer momento… y sobre todo por tu carácter intensamente amoroso y confidencial. Quizá pueda darte este cuaderno el día en que me despida de ti, cuando hayas partido para siempre a tu Lisboa, y así te puedas entretener con estas hojas mientras aguardas el despegue de un vuelo que te alejará para siempre de mí. ¡Me ha puesto tan sensible saber que te marchabas! Me pregunto qué habrá sucedido para ese entonces: ¿Nos habremos amado? ¿Cuánto tiempo habremos pasado a solas? ¿Habré sufrido sabiendo que eras de otro? O por el contrario: ¿Cuántos poemas me habrá inspirado la dolorosa impotencia que me hará sentir el hecho de sentarme a tu lado y saber que jamás podré tenerte? Aún así habrá valido la pena cada minuto que pase contigo. ¿Nunca has besado a alguien luego de que bebiera una copa de vino rojo? La sensación es muy placentera; las papilas se contagian con un hormigueo dulzón, igual que si uno mismo se hubiera tomado el vino. Precisamente, eso fue lo que ha sucedido hoy, cuando te sentía el aroma que salía de tu boca. Y desde entonces siempre supe que no quise separarme de ti. Pero cuando me dijiste que te marchabas… se hizo un nudo en mi corazón.
Te comento un poquitito de las manuscritas que vas leyendo. Habrá renglones que entenderás más que en otros. Realmente, cansa un poquito escribir así. Hay días que completo 10 o doce cuartillas. La mano se fatiga un poco. Otras veces cuesta comenzar, es como un Ford modelo T, que uno tenía que darle cuerda al motor hasta que arrancaba. Pues más o menos así le sucede a la pluma y a la muñeca hasta que entraron en calor. Las falangitas y etas en un principio están frías. Y a lo mejor nos lleva algunos párrafos hacer la letra clarita. Así que bueno, ya se va haciendo la hora de ir a dormir, antes quería contarte un poquito sobre mi cuarto.
Siempre que escribo lo hago sobre un escritorio que se termina en un cristal fumé coqueteado con esmalte de color negro, que tiene serpenteados garabatos y también chuscas elipses dibujadas. A mi derecha, siempre está el fiel portátil, muchos cuadernos… y enfrente de mí una pared cuyo gotelé blanco lleva mucho tiempo entorpecido por un montón de anotaciones; a veces me siento como si fuera el esquizofrénico John Nash. Confieso también que durante estos días que te conocí, costará un poco conciliar el sueño: el recuerdo de tus palabras y de las románticas entonaciones de tus voces, espantarán a Morfeo, como dice la canción. Me quitas el sueño. Y ya lo ves: ahora que me voy a dormir, la redondez de estas letras acabó siendo más agradable. Se cierra el día de hoy reiterándote mi infinito agradecimiento por haberme hecho vivir un cumpleaños lleno de emociones… y repleto de tu recuerdo.



24 de enero, 2015